Podríamos definir a Dick el Demasiado como un holandés repatriado por voluntad propia o más bien como un inmigrante retornado pero sin patria que ha vivido en Guatemala, Argentina, Francia y África. Además es uno de los responsables de los Festicumex ―encuentros de cumbias experimentales― y sobre todo padre de un sonido endemoniadamente pegadizo que autodenomina “cumbia lunática”.
Escrito por Germán de Souza
::: Dick el Demasiado :::―La primera pregunta se hace evidente frente a quien no te conoce… ¿Quién es Dick el Demasiado? ―Mi nombre, ya que estoy pasando la frontera hacia la convivencia con la realidad, es Dick Verdult, y Dick viene de mi prenombre Benedictus, nombre que después le dieron al papa. ―¿Por qué El Demasiado? ―Hay muchas razones, una explicación, y es la primera, es que rima.... Dick el demasiado tiene una rima interior que siempre me gustó en nombres de trash, ejemplo Raúl Omar, Lucía La Loca, Pepe Potente... cosas así. Ahora también, y eso te lo explico para que veas que soy un fino, esta “el demasiado” en cuanto a social... es decir: habiendo vivido mayormente en el extranjero siempre sos, por definición legal, demasiado. Finalmente, y esa es la razón estratégica-militar: si decís que te llamas así, Dick El Demasiado, y aun así, te dejan acercarte a la mesa, pues... después no se pueden quejar! Así que también es un poco: cuidado con el perro, muerde. ―¿Quiénes son “los exagerados”? ―Mi banda se llama “Y Sus Exagerados”. Es una banda catapultante. Si yo soy por ejemplo un balde de anchoa, ellos son las fresas que van encima para contrastar, o, visto aún de más lejos, para ser un increíble lindo conjunto de elementos atrofiados, pero muy bien organizados. ―El título de tu disco “No nos dejamos afeitar” hace referencia a la resistencia Latinoamericana aunque más bien parezca un mensaje anti Gillette, que para el caso, también es de resistencia anti multinacional… ::: No nos dejamos afeitar ::: ―Ese título, y esa tapa, la hice expresamente, pero muy expresamente para que le llegue por lateral a Santaolalla. Yo estaba viviendo en España y me enteraba que había, si, un gran productor argentino, ex-hippie losangelizado, que trabajaba a nivel muy alto con la música latina, y que estaba comprado por Universal. Digamos que está en la puerta de la fábrica de salchichas controlando la carne que tiene que entrar. Analicé su trabajo y me pareció malo, profesional, pero malo. Vi que lo que hacía era californear lo latino. Eso me parecía dejarse afeitar hasta los pelos del culo. Me dije: voy a ser una tapa impactante, divertida pero agresora para el que se dejó comprar. Y le tiene que llegar indirectamente a Santaolalla. Así fue. El ya se sabía el material pero igual le pusieron a escuchar el cd en el estudio, y después de unas canciones dijo, esto me lo contó el que vivió ese momento, “ya lo sé, ya lo sé, sacalo que me da miedo”. ¡PUES QUE TE DE MIEDO! No puede ser que alguien que es un agrícola profesional, en lugar de trabajar la tierra, corte el pasto del terreno de golf. Te aseguro que así fue, pero, obvio, que las imágenes fuertes sirven para más que un solo impacto. ―Después vinieron “Pero peinamos gratis” como respuesta tal vez al primer disco y más recientemente “Al perdido ganado” y “Sin pues nada”… ¿qué nos puedes contar de estas aventuras discográficas? ― No Nos Dejamos Afeitar: un disco donde la máquina me dicta ideas en un método caricatural. Pero Peinamos Gratis: canciones surgidas de mis primeras experiencias al volver a la Argentina. Al Perdido Ganado: ya son observaciones argentinas, es decir, ahí ya sale de la esponja el liquido del cual me empapé. Sin Pues Nada: volver al trabajo con la maquinaria, pero darle mucho más alma. (Este cd es el primero que hice casi por completo en Argentina en los estudios GiliGili de Manu Schaller). ―Hemos sido testigos a lo largo de los años de diferentes intentos de modificación de la cumbia, como los que habían propuesto en su momento los Cumbiatronics, Agrupación Mamanis, Los Parraleños, la denominada cumbia villera… pero nunca se ha ido tan lejos como con la cumbia experimental que propones… (o llegado de tan lejos…) ―Ayer mismo quedo claro. Toqué en una fiesta en Buenos Aires de Urban Beats, que es una manera de decir NO-ROCK, pero METROPOLITANO y PERCUSIVO. De esa serie de fiestas se levantó, y eso después del Festicumex que organicé con el IBW y con LIMATUR, una generación de compu-cumbieros. Hay muy buenas cosas de esa gente, está glorioso el jardín, pero sigue un poco en la onda, casi inevitable con la compu, del photoshop acústico. Como yo tengo banda, y te aseguro, son unas garzas de aluminio maleducados, no riesgo hacer PunchiPun Comprimido. Lo que comprimo sobre todo son los cráneos de los mal preparados a nuestro show. Si yo fui partero de la cumbia experimental y lunática es justamente para hacer una categoría tan amplia, taaaaan amplia, que ya no es una categoría. El gremio de periodistas y consumidores estaría feliz y satisfecho de haberlo categorizado, y nosotros, los músicos, tendríamos una selva más para escondernos de la lupa. Ahora, tengo que admitir, que si, intento hacer cumbias... cada primer paso de una canción es una cumbia... pero muy poco después el chofer, con coche y pasajeros, se va “pa’la barranca”. ―Cuando te presentas en algún país donde no se conoce la cumbia, o donde el movimiento de la cumbia como se vive en Argentina no es popular… ¿pierde sentido la deformación o reinterpretación que has hecho de este género? ::: Dick el Demasiado ::: ―Para nada. Mi música no refiere a la cumbia, es decir, no es como la buena educación, que si sabes más, sos mejor. Mi material, si incomoda agradablemente (es decir, te dejas maltratar por mi música) o agrada al cuerpo, eso es una ley física que por suerte tenemos todos los humanos. Justamente, es por esto, que voy a hacer un paso aún mas explicito muy pronto: grabaré un primer cd en vivo de cumbias en el lugar menos tropical del mundo, diríamos, es decir, la ciudad Arcángel, a la orilla del mar ártico, Rusia, y eso en invierno, con músicos argentinos y borrachos y borrachas rusas invitadas a hacer los coros espontáneos. Ahora, es verdad, que en culturas con menos elementos sensuales a la superficie, la gente maneja más torpemente su cuerpo... y sabemos... la cumbia es un acto corporal. Así que, si hago en Ámsterdam lo que hago en Buenos Aires, el efecto es menos radical. Además, no entienden mis letras! ―Podríamos afirmar que tu música genera opiniones diametralmente opuestas en el público o audiencia, ya que no es precisamente digerible por el abundante oído fácil… ¿Es esto así? ―Lo del oído fácil, no estoy de acuerdo, porque justamente muchos niños les encanta mi música, verdad, y mis canciones se utilizan como sonido de fondo de muchos partidos de fútbol en el programa FUTBOL DE PRIMERA, el mejor programa de fútbol de Latinoamérica… No lo harían si tiene el efecto de un taladro de dentista, me imagino. Pero que es una patada a los snobs, a los colegiosos, a los blueseros del cliché, a los acalambrados que fingen ser elásticos, eso si. Y en la misma fuerza que un artista pone para crear, esa gente pone para inmovilizar y negar lo que se acerca demasiado. Cuantos blogs frustrados, y periodistas gastados. Hay un diario argentino por ejemplo donde se encuentra seguramente un “obstaculante” por el cual siempre se pierde el papelito y se olvidan de mencionar mis shows en la agenda. Pero... siempre. Así que si, hay pro’s y contra’s... y me parece, en mi caso, típico de una posición vital. ―¿Que opinas del rechazo? ―Lo que más rechazo es la sobredosis de complacencia con la cual muchos proyectos de arte, pro-yec-tos (ya no son necesidades naturales) se visten. Tanto el rechazo que la complacencia es un terreno infértil. Ahora, si querés comunicar, hay dos métodos: uno es “decírselos sin que se den cuenta” (que también se llama sutil/original/poesía) o “clavar con un clavo sin punta”, es decir, ir a lo que despierta. A mi me gusta ese ultimo método, porque no voy a ser cartero de una doctrina, pero si es verdad que la humanidad se esta somniferizando con velocidad enorme... Bueno, humildemente, no es por nada que la Unicef me declaró Patrimonio Mundial, y me dio el título de Gran Gallo Despertador de las Cumbias Experimentales y Lunáticas. ―¿Qué hacías antes de hacer música? O ¿Qué haces aparte de la música? ―Cine, cine interactivo, performances, agencia de viaje sin rumbo, esculturas, mandar faxes anónimos, radio pirata, video-trash, lightshows, teatro sin actores, compañía fluvial, todo eso. Se acaba de estrenar el documental de Joy Division en Toronto, ahí tienen material mío, filmación en vivo, lo mejor que se filmó. ―¿Qué es el Festicumex? EL Festicumex es un travesti. La gente piensa que es un festival pero no lo es. Es una organización de información descolocante y una suma de reinterpretaciones de la cumbia, organizado en un cierto tiempo y de preferencia en las periferias. En un Festicumex una banda como Pañal Adulto comulga muy bien con Hygienica Gonzalez. ―¿Cómo llegaste a Buenos Aires? ―Con las piernas hecho mierda, y eso cada vez. No porque camino los 11.000 kilómetros de cada ida o vuelta, pero porque viajo, como tantos, barato en avión. Y soy grande, y las sillas, las acercan con cada vez que el petróleo se pone caro. Yo había vivido de niño en Argentina, de mis 6 a 12 años... nos fuimos, y volví 36 años después, ya con cierta experiencia anárquica, cuando me licenciaron mi primer cd en Argentina, donde lo saco el sello Los Años Luz. No eran mis intenciones volver a la Argentina, eso me parecía demasiado nostalgiquete, pero resultó igual suceder... y cuando llegué, mi historia, propuesta y perspectiva resultó ser una pequeña herramienta de catarsis para un pueblo (medio-mío-también) que justo en ese momento, estaba en crisis financiera y de identidad... En esa situación llegaba yo, sin prejuicio, diciendo cómo me encantaba la música de sus mucamas. ―¿Te sientes cercano a algún músico argentino artística o ideológicamente? ―Si tengo algo valioso, en especial para la Argentina, es que justamente NO estoy informado de sus héroes musicales, ni lo quiero estar. Me mantengo como canguro en un parque de ciervos. Esto no dice que no simpatizo con mucha movida en Argentina, porque, sí, tengo muchos amigos, y musicalmente muy ricos. ―¿Qué opinión en general tienes de la música de allí? Hablar de la música argentina es como hablar del imperio romano o del budismo, es decir, no es poco. Esta lo que llaman el rock argentino, que no conozco, está el fenómeno de Luca Prodan (ayer se me acercó justamente un borracho después del show diciendo “loco, te copaste toda la movida de Luca Prodan”), está la música electrónica, está el musical y la música de explotación tipo Piñón Fijo (mirá qué nombre para entretener niños, es como llamarle perfume a la dictadura... para dar futuro a los niños el tipo tendría que llamarse Piñón Suelto!), está el tango, y más lejos, cerca del aire acondicionado, el tango electrónico, esta la música folclórica de salón ciudadano, y está, y esa es la que me gusta, la música del interior que aún no es grabada... es decir, que existe por necesidad ante la soledad. ―¿Y en Holanda? ―Holanda, aparte de algunas cosas, es cada vez más un reflejo de una cultura medianamente yanki. 90% de las canciones holandesas son en inglés. Pero es una sociedad afluente, y mucha gente puede hacer de todo... y eso se refleja en pequeños ghetos musicales que están muy buenos, donde se hacen cosas muy variadas (parece que hablo de una ensalada ya, no?). Pero, no, no me interesa. Además no tengo nada que ver con la música holandesa. ―¿Cómo pudo llegar a ser princesa de Holanda una argentina? ―Ojalá por ser buena persona, bella de todos los lados y niveles, justa, inteligente, brava, valiente, emprendedora, ingeniosa, cariñosa, compasionada. Y por ser argentina, lo tiene fácil. ―Para terminar, ¿crees que la queja en Argentina se ha convertido en un oficio más o que realmente es la voz de los que no se dejan afeitar? ―No veo la televisión, salvo Crónica y sus programados accidentes de coche cuando me empujo un chorizo en la boca, pero justamente lo que me parece es que los argentinos NO se quejan. Cantan el tango, que es peor, pero no se quejan. Es exactamente así: cuando vas en avión de Europa a la Argentina siempre está la cola, y como los boletos y vuelos son de compañías al borde del quiebre, siempre hay retrasos, etc... así que la gente tiene que mantenerse parada dos horas, ya cansada de despedidas, hacer maletas, viajar anteriormente, etc.. Ahí, si, todos se quejan, se miran, se hablan, hay inquietud. Pero poco después surgen los pasos de los sinvergüenza que con mucho ingenio se colan, es increíble como lo hacen, y ahí, nadie se queja. Es decir, ante la malfuncion material se quejan, ante la malfuncion social, les parece normal!! que cagada, no? Me temo que falta muchísimo para que sepamos masificar y darle una escultura social a la injusticia del pillaje eterno. Hay más inteligencia en esquivar la justicia que en encontrarla, porque el primero paga, el segundo mal. Lamentablemente, no es solamente en Argentina, también es en la Islas Canarias…